El día de mañana, se cumplirán 19 años de la desaparición física del
gran piloto brasilero Ayrton Senna. Como ya es conocido y recontra reconocido,
el triple campeón del mundo moriría en el Gran Premio de San Marino de 1.994,
al estrellar su Williams FW16 Renault en la curva de Tamburello, en el circuito
de Enzo y Dino Ferrari de Imola, en Italia. Su muerte, su legado y las
causas y consecuencias del accidente han sido más de mil y una veces estudiadas
y documentadas. Pero la grandeza y la gravedad del incidente del paulista
oculta a las nuevas generaciones una verdad que no todo el mundo se recuerda.
24 horas antes, el frio y helado recuerdo de que el automovilismo es un deporte
mortal se hizo sentir de nuevo en el asfalto, tras la muerte del austriaco
Ronald Ratzenberger en la sesión de clasificación.
A diferencia de la laureada y gran carrera de
Senna, Ronald era un debutante en la categoría pero no un novato. A sus 33 años
de edad ya tenía en su cinturón un podio en las prestigiosas 24 horas de Le
Mans, manejando el complicado Toyota 93C-V del Grupo C. Su oportunidad llego
gracias a la injerencia del Nick Wirth y la naciente escudería Simtek. Simtek
no era nueva en el ruedo. Creado por Wirth y Max Mosley en 1989 como una solución
de bajo costo en ingeniería y diseño para equipos del futuro, decidió en 1994
entrar en F1. Con el austriaco llegaría el australiano David Brabbham, gracias
a inversiones de su padre Jack dentro del equipo. Serian equipados con el
modesto Ford HB Cosworth de 8 cilindros y contarían con la asistencia del ex Team
Manager de Leyton House, Charlie Moody.
Tras un inicio accidentado en Brasil y un 11avo
puesto en el TI Aida, la llegada a Europa le dio la oportunidad a Ronald de empezar
a dar lo poco que le ofrecía el S941. En Imola, Ronald decidió dar todo por el
todo. En su vuelta de calentamiento, en su tránsito por Acqua Minerale, tuvo un
pequeño trompo que hizo que las monturas de su alerón delantero se soltaran. En
vez de parar para cambiar por un alerón nuevo, Ratzenberger salió en una vuelta
cronometrada a tratar de clasificar para el domingo.
En la salida de la curva de Tamburello, a
aproximadamente 270 km/h, su alerón delantero colapsó, dejando al austriaco y
su S941 sin la vital carga delantera aerodinámica. Al encarar la rápida curva
Villeneuve, el carro se salió de su trayectoria, entro en la pequeña grama que había
a la izquierda del circuito y impactaría a mas de 300 Km/h contra el muro de
concreto. Tras el impacto contra la pared, y con la mitad del Simtek prácticamente
desintegrada, el ya inerte vehículo continuaría su ya corto y lento camino para
estacionarse en la entrada de la curva de Tosa. Ratzenberger tendría una muerte
instantánea, cortesía de una fractura de la base de su cráneo. Era el primer
muerto en competición desde el fallecimiento de Ricardo Paletti, durante la
partida del GP de Canada de 1982.
En el microcosmos del paddock, ya la sensación de inseguridad estaba presente. Esta
generación de pilotos había crecido sin un accidente mortal en más de 12 años.
Estaban acostumbrados ya que el fenómeno de la muerte en un circuito gracias a
innovaciones y seguridad en pista habían erradicado eso. El accidente del novato
Rubens Barrichello el viernes había causado murmullos, pero la
muerte de Ratzenberger los hizo recordar la brutal y honesta verdad.
Si esto
hubiera sido parte de una escena de acción de una película de Hollywood, nos
hubiera tratado de contar desesperadamente que estos accidentes ocurren en cámara
lenta. Con música suave y triste de fondo. Que la energía se disipará de manera
gentil y que todo saldría bien. Pero la vida real no es así. Solo quedó la
ferocidad del impacto, la fuerza de destrucción y los pedazos del S941 regados
en la pista. Sólo fueron segundos, pero fue suficiente para destruir el chasis
de fibra de carbono, proyectar el piloto en un ángulo letal y después, la fría sensación
de nada que rodeaba el Simtek en el momento que se estacionó en la entrada de la curva
de Tosa.
Quienes
tuvieron la dicha de conocerlo, cuentan que Ronald era callado, cálido, muy
entusiasta, inteligente y bastante popular. No tan popular como los ídolos de
su generación. Solo fue un piloto que llegó a cumplir su sueño de conducir un F1 y fue trágicamente
arrebatado de su sueño antes que lo pudiera disfrutar de su totalidad. Quizás su
dosis de mala suerte llego con el accidente mortal de Senna un día después. La
muerte de Ayrton ensombreció su partida y opacó su legado. Al funeral de Senna
millones de brasileros y personalidades del mundo del automovilismo fueron a
despedir al triple campeón del mundo en Sao Paulo. A Ronald solo lo acompañó
Max Mosley y sus compatriotas Karl Wenlindger y Gerhard Berger en una pequeña ceremonia
en Salzburgo. Austria.
La partida de
Senna es incomparable. Incalculable. Pero los pequeños también se lloran
Descansa en
Paz, Ronald
Hasta una
nueva oportunidad