jueves, 2 de mayo de 2013

El Inicio del Fin


Sonará mucho a comercial de Audi, pero la llegada del Quattro al Campeonato Mundial de Rally fue el punto de inicio de la revolución técnica que propuso la fábrica de Inglostlad, y que acuño el viejo adagio de “After Quattro, the rest is useless”.

El concepto de una tracción permanente a las cuatro ruedas fue el caldo de cultivo en el cual muchos decidieron jugar y que la FISA le puso nombre: Grupo B. A partir del Quattro, todo lo que se produjo para el campeonato mundial de Rally fue cada vez más potente, más liviano pero sobretodo más loco. El problema que la locura tiene un punto de ignición muy corto y de ser radical a ser peligroso era solo pasar una página. Desgraciadamente, la locura paró un 2 de Mayo de 1986. Y las gracias son totalmente cortesía de Lancia y su monstruoso S4.

Tras la entrada de Audi al juego del Rally, la mayoría trató de ponerse al tanto de la revolución tecnológica que ofrecía el pequeño coupe alemán. Algunos con mucho éxito (Peugeot 205 T16), otros con menos suerte (Ford RS200). Pero para mas extrañeza de todos, la siempre favorita Lancia no se unió al juego del 4WD. Tanto así que cuando la batalla entre Peugeot y Audi estaba más encarnizada, Lancia tenía en su arsenal el 037, un coupe de tracción trasera. Pero, al final de 1985, llegó el Delta S4.

En pocas palabras, el S4 era un absoluto monstruo. Algo que ni al Dr. Frankenstein se le hubiese ocurrido crear. En la mas minimalista forma de un hatchback, detrás de los pilotos, yacía un pequeño motor de 1.8 litros, que era supercargado y turbocargado al mismo tiempo. Los ingenieros de Lancia se dieron cuenta que el lag a bajas rpm que proporcionaba el turbo era tan alto que hacía que el carro perdiera tiempo. Pero al colocar un supercargador para que se accionara en el inicio del ciclo de aceleración, lograban un intercambio de inducciones algo tosco pero funcional. Oficialmente el S4 levantaba 480 caballos, pero hay fuentes italianas que se acercan más a la realidad: 560 caballos. Eso sí, hay evidencias de pruebas de estrés al bloque en donde el boost del turbo se encontraba en 5 BAR absoluto y el motor producía 1000 bhp. En la misma época que un 4 cilindros F1 de BMW alcanzaba 1200 bhp con boost a 2 BAR absoluto.

Por medio de tecnología prestada de Ferrari, el S4 se construyó en un chasis tubular, arropado en un cuerpo totalmente hecho de fibra de carbono para mantener el peso en 890 kilos. Algo que jamás se había oído para un Rallycar. Lancia escogería a la leyenda finlandesa Markku Álen y al joven Henri Toivonen, para que domaran al monstruo de Torino.

Tras la victoria en Montecarlo y deserciones en Suecia y Portugal,  llegaría la prueba en donde los S4 podrían brillar: El Tour de Corse en la isla de Córcega. “Maximum Attack” Álen estaba listo para enfrentarse a sus compatriotas Juha Kankkunen (Peugeot) y Hannu Miköla (Audi). En cambio, Henri había llegado a la isla con algo de resfriado. Tenían a Miki Biasion en espera por si Henri no se recuperaba pero el insistió en que tenía fuerzas para domar el S4. Henri empezó bien y logro establecer los mejores tiempos de la mañana y el mediodía. A mediados de esa tarde, el desastre ocurrió.

Hasta el día de hoy, nadie sabe lo que ocurrió en el kilometro 7 de la decimoctava etapa. Se presume que Henri perdió control del S4, golpeo un lado de la montaña y se desbarranco casi 40 metros abajo. Con la caída, el tanque de combustible de aluminio se rompió y en segundos las llamas rodearon al pequeño Lancia con Toivonen y su copiloto americano Sergio Cresta todavía amarrados del asiento. Al inicio, Lancia no se preocupo al ver que la etapa la había ganado otra persona. Henri tenía mala costumbre de chocar mientras estaba en el liderato del rally, pero después informaciones que daban los pilotos acerca de marcas de neumáticos en el suelo y la presencia de humo negro en el kilómetro 7 hicieron pensar lo peor. Para el momento que los cuerpos de rescate llegaron a la escena, no pudieron hacer nada. Era tanto la destrucción por parte del fuego del S4 que los mismos ingenieros de Lancia no podían reconocer las partes del vehículo que se le habían presentado.

El rally continuó normal pero en horas, la FISA y Jean Marie Balestre cerró la entrada a nuevos competidores, congelo los specs de los actuales y prohibió la re homologación de los vehículos para la temporada 1987.  En sencillas palabras, el popular Grupo B estaba eliminado de la faz de la tierra.

Hasta el día de hoy hay muchas incógnitas en torno al accidente de Toivonen: ¿Por qué Lancia se arriesgo a ponerlo en un vehículo tan difícil de manejar cuando no estaba en total capacidad de manejarlo? ¿Por qué la FISA determino que el tanque de combustible del S4 de aluminio era seguro?, etc. Pero la que más uno quiere saber es la que todos los fanáticos de rally se han preguntado: ¿Qué paso en ese kilometro 7?

La gran perdedora de todo esto fue Lancia. Ya tenían listo la evolución del S4 para la temporada 1987 cuando un nuevo set de reglas iban a entrar. El S4 ECV (Experimental Composite Vehicle) era la joya que Lancia iba a presentar. Una evolución total del S4 totalmente hecha de fibra de carbono y kevlar, junto con una evolución más potente del motor ya por encima de los 700 bhp. Todo eso se fue al traste de la basura.  

Algún día se podrá saber a ciencia cierta que paso con Toivonen. Pero habrá mucha gente que no querrá saber que fue lo que sucedió.

Descansa en Paz Henri.

Hasta una nueva oportunidad

miércoles, 1 de mayo de 2013

Lap Of The Gods: One Hit Wonder



Hoy en Lap of the Gods, tendremos la visita de una de las maquinas más asombrosas que hayan podido circular en Le Mans. Según su pasaporte, es japonesa y tiene el orgullo de hacer lo que Honda, Toyota y Nissan no han podido. Ganarlas. El Mazda 787B fue, sencillamente, una de las maquinas mejor preparadas y con menos chance de ganar que tuvo en su breve carrera en Le Mans.  Inscrito en la segunda categoría, ante la oposición de los favoritos Sauber Mercedes, este pequeño prototipo paso a la historia no por no ser nada más la única entrada japonesa en ganar la mítica carrera francesa. También pasaría a la historia su gran motor R26B.

En vez de una configuración clásica de pistones y cilindros, el corazón del 787B latía con rotores. Tecnología alemana que la casa japonesa se encargó de perfeccionar hasta crear el monstruo R26B. 2.66 litros. 4 rotores. 700 caballos de fuerza. 10.000 rpm. 163 decibeles. Fue sencillamente, lo más sonoro que haya podido retumbar el viejo Grandstand principal del Circuito de la Sarthe. 

Manejado por Bertrand Gachot, Volker Weilder y Johnny Herbert, este pequeño gran gigante logro algo que las 3 grandes de Japón habían despilfarrado millones de dólares en tratar de ganar. Tras su victoria, las reglas de la ACO cambiaron, favoreciendo a la nueva fórmula de motores de 3.5L con derivación casi directa de F1. Mazda no quiso seguir invirtiendo en el desarrollo de su motor Wankel y lo retiró al final de esa temporada.  Cuenta la leyenda que cuando la ACO removió los seguros del motor para ver su estado tras el final de la carrera, se sorprendieron al ver el motor entero, con todas sus empacaduras completas,  sin una fuga de ningún líquido. Listo para hacer 24 horas más.

En Junio de 2011 se cumplieron 20 años de la victoria y ACO, junto con Mazda, decidieron traer de nuevo el 787B para que diera unas vueltas de exhibición para las nuevas generaciones. Una de ellas, junto a Johnny Herbert. 

Háganse un favor: Saquen a todos que estén a su alrededor, súbanle el volumen y disfruten esta sinfonía de violines mientras da una vuelta por Le Mans.

 

Hasta una nueva oportunidad